El Museo del Río presenta un panorama del Magdalena, la historia de su navegación y dinámica económica, social y cultural. Aguas arribas, aguas abajo, son un espejo en el que reconocemos nuestra ardua y conflictiva construcción de nación, que se tejió en su cuenca y fluyó, como nuestro río, entre la vida y la muerte, el olvido y la esperanza. Bienvenidos a bordo.
El museo tiene como referencia a Honda, la ciudad del río Magdalena. Conocida en el periodo colonial como la garganta del reino por su ubicación en la parte media del río. Esta población se convirtió en puerto desde mediados del siglo XVI sirviendo a la ciudad minera de Mariquita y adquirió poco a poco el protagonismo como punto de conexión de la navegación entre el alto, medio y bajo Magdalena.
Su ubicación estratégica en el centro del país, lugar de confluencia conectada río abajo con Mompox, río arriba con Neiva, punto de partida al oriente para ascender a Santafé de Bogotá y posteriormente, a mediados del siglo XIX, a los pueblos colonizados de la Cordillera Central.
Los barcos transportaban productos agrícolas como cacao, maíz, arroz, panela; animales; madera, muebles, tagua, carbón vegetal; productos de la minería; sombreros; muebles; cueros, entre otros.
Piloto y timón son el gobierno del barco y de su trabajo conjunto depende que el buque llegue a su destino. El río, profundo y tranquilo en algunos sectores, pando, arremolinado y veloz en otros, exigía la concentración y destreza del piloto, que dependía del timón para dirigirlo.
Bogas, marineros, pescadores, transportadores y capitanes, así como los habitantes de las riberas en general, se han encomendado a la virgen y santos católicos para recibir su protección en las duras y a veces peligrosas faenas del río. Se destaca la virgen de la Candelaria.
Un artículo de importancia que transportaban los barcos era el correo, significativos mensajes relacionados con la política, los negocios, la vida cotidiana y el amor. Los vapores-correo tenían privilegios en la navegación por el río, haciendo el recorrido a mayor velocidad y sin tantas paradas, siendo así muy apetecidos por los pasajeros.
Es territorio y cultura en movimiento, patrimonio vivo de una extensa colectividad de pescadores que habitan las orillas de este gran afluente de 1.540 kilómetros de extensión, que recorre el país desde las tierras altas de los Andes en el macizo Colombiano hasta las tierras bajas cálidas del caribe.
Los sistemas de navegación por el río Magdalena han sido múltiples, acorde a las necesidades de los pueblos en sus riberas y en consonancia con el desarrollo tecnológico de las diferentes épocas. La sala denominada El Buque recrea la atmósfera de un vapor del siglo XX, dialogando con la arquitectura misma del edificio.
El buque carga metafóricamente en su interior la historia y la dinámica de la navegación en sus diferentes modalidades: la balsa, el champán, los vapores y remolcadores, la chalupa de pasajeros, así como los elementos propios de un barco para su travesía, las principales mercancías de importación y exportación que eran transportadas, la cultura del viaje y la cartografía.
Imágenes y Fuente: www.lapatria.com